Ser emprendedora es un reto. Ser mamá, un regalo. Ser mujer, un poder.
Y cuando combino los tres, encuentro mi propósito más grande.
☀️ Mañanas con intención
Mi día comienza antes de que el mundo despierte. Me gusta regalarme unos minutos de silencio para reconectar conmigo — una breve meditación, una taza de café caliente y mi mat de yoga. Es mi momento de claridad, ese espacio donde ordeno mis pensamientos antes de que inicie el ritmo acelerado.
Mientras mi hijo se prepara para el colegio, repaso mentalmente mi agenda y agradezco por tener la oportunidad de construir algo que amo: mi marca.
No todos los días son perfectos, pero todos tienen un propósito.
💻 Entre telas, ideas y decisiones
Una vez comienza la jornada laboral, me convierto en estratega, creativa, gestora y líder.
Hay días de reuniones con el equipo, pruebas de prendas, planeación de campañas o revisión de detalles en la web. En otros, me toca simplemente resolver, adaptarme y seguir adelante.
Ser emprendedora me ha enseñado que el éxito no siempre se ve glamuroso. A veces es una montaña rusa de emociones, pero también una escuela de fortaleza.
Mi mantra diario: “Con propósito, pasión y a mi manera”
💕 Tardes de equilibrio
Al final de la tarde, cierro el computador y abro los brazos. Ser mamá me recuerda lo que realmente importa. Intento que las cenas sean pausadas, con risas y conversación, aunque algunas veces toque responder correos entre cucharadas.
El equilibrio perfecto no existe — pero sí la intención de estar presente donde estás.
🌙 Noches de reflexión y propósito
Antes de dormir, reviso mis metas, agradezco por lo que logré y suelto lo que no.
Esa rutina de introspección me mantiene en mi core. Porque detrás de cada logro hay una mujer real, con cansancio, sueños y un corazón que no deja de creer.
✨ Mi mensaje para ti
Si estás leyendo esto y también estás construyendo tus sueños mientras equilibras mil roles, recuerda: no tienes que poder con todo, solo con lo que importa.
Y, sobre todo, nunca dejes de vestir tu propósito.